martes, enero 15, 2013



Un hombre de poca fe

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En apariencia he sido un hombre de poca fe. Tal vez esto se derive de mi falta de apego a las religiones o a la ausencia recurrente en los templos donde se practican los cultos. Nunca me ha interesado demasiado acudir a las iglesias, salvo para apreciar su belleza arquitectónica o los tortuosos pasajes que han quedado plasmados en sus paredes, ya sea por medio de los via crucis o por algunos iconos que se observan más golpeados que por la policía judicial en sus años de mayor apogeo.
Decía que en apariencia he sido un hombre de poca fe, porque me he dejado vencer en ocasiones por el tedio y el desencanto del ser humano. He tenido etapas de dolor casi insoportable derivado de las decepciones de personas en las que creí que podía confiar y querer y por las que terminé apuñalado o en el olvido.
Mi poca fe se sustentaba cuando al paso del tiempo veía como  alrededor se iba quedando un paisaje desolado, aún y cuando nada me lo impedía, ya no era yo el encantado de visitar a conocidos o de recurrir a sus cariños.
Sin embargo, cuando veo en retrospectiva, creo que debo aceptar que la esperanza siempre, pese a los tropiezos se ha quedado conmigo.
Muchas de las ocasiones he sido yo mismo quien ha alejado a quienes me quieren. La ira, mi personalidad múltiple, el vacío que por temporadas llegó a ensombrecerme, terminó por ahuyentarlos y no los culpo.
Cuando alcance a ver este doble rostro del abismo, me di cuenta que no era la fe lo que había perdido, sino mi antifaz y entonces pude continuar.
Como un extraño presagio, encontré este apunte de 1998, que sin querer, en este momento se conecta con este texto:

"Y en medio de este desierto amigable que se funde como un pueblo imaginario donde habitan las horas con el sueño, allí, en un viejo castillo, se quedarán mis pesadillas en lo profundo. Mientras, mis ademanes construirán un nuevo camino en esta carretera, un sendero más donde la noche guiará mis pasos, dejando atrás, otra ciudad desconocida".


lunes, enero 14, 2013



Mágico mundo de colores

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En mi pequeña infancia los colores eran nítidos. Le llamo pequeña porque son pocos los recuerdos que albergo, son fulgores de una existencia que, aunque breve, fue disfrutada. Algo de mí en aquel tiempo, logro vivir plenamente, hay imágenes de días, hay noches donde ciertas escenas se han quedado guardadas como fotografías con un poco de movimiento.
De esos años, guardo con cariño las tardes en las que ansiosamente esperaba las historias de Disney. Sí, me gustaba ver la televisión, como cualquier niño de mi edad que creció entre las décadas de los 70 y 80 cuando ver la tele después de hacer la tarea, era un privilegio.
Pues bien, recuerdo especialmente los capítulos de Disney, porque no sabías que te ofertarían si se tratarían de dibujos animados o bien, de una historia protagonizada por humanos.
Ambas me gustaban, aunque en un principio prefería las de caricaturas, también llegue a disfrutar las noches en las que presentaban mini películas protagonizadas por actrices como Jodie Foster.
Decía pues, que como niño de las décadas 70-80 viví momentos mágicos, llenos de ilusión, tal y como se cantaba en la introducción de la serie, donde aparecían el castillo, un bello paisaje de un lago y una montaña, algunos jinetes practicando el hipismo,  una especie de caleidoscopio que ejercía una especie de efecto de hipnosis o era un preámbulo de la fascinación que nos esperaba y Campanita revoloteando para dar su toque mágico.
Sí, yo fui un niño feliz en el tiempo en el que podía ver la tele en la sala al caer la tarde, me encantaba que la serie terminara y echar mano de la imaginación para continuar con las historias, cuando éstas se quedaban inconclusas.
Sí, el mundo era una cascada de colores, mágico era el mundo, pese a que, como la mayoría de los niños de mi tiempo, contaba con una televisión en casa en blanco y negro y de perilla y lo más que llegaba a ser un control remoto, era un regulador de corriente.
Sí, el mundo es mágico aun cuando lo veamos gris, cuando después de crecer veamos las reales intenciones del ser humano, cuando el odio y el malestar hacen deplorable el día a día y entendemos que los sistemas económicos y políticos de tan contradictorios que son guardan similitudes que aterran y apestan.
El color nace de nuestras miradas, con ellas se pintan los días, con el infante que llevamos dentro. De vez en cuando hay que dejarlo salir a cantar.


domingo, enero 13, 2013



Las Hormigas 


Capítulo 3

Hubo un día en el que viajábamos, hubo un día en el que pensábamos llegar, hubo una vez, también en la que decidimos callar.
Tenemos que guardar silencio y seguir trabajando.

Hormigas saliendo de la nariz, sus patillas generaban lo mismo comezón que un exasperante cosquilleo, eran cientos, quizás miles de ellos formando un largo Puente entre la fosa nasal y la entrada al hormiguero cercano a la gran lila en el patio de ésa construcción de principios del Siglo XX. 
Un hombre tirado entre las ruinas. La devastación similar a una zona bombardeada. Sirenas. Humo. Silencio.

Photobucket 
Ese sueño tan recurrente de las noches recientes de los casi tres años que he permanecido en la estación espacial han comenzado a torturarme y más desde la última ocasión que logramos establecer contacto con la torre de control en la Tierra.
El mayor Tom se ha quedado dormido. Hace tres días que se nos terminó el alimento y sólo queda poca agua y oxígeno, tal vez para un par de semanas.
El mundo como lo conocíamos, dejó de existir hace unas horas. Hemos visto el hongo alzarse en cientos de puntos de manera instantánea y devastadora.
Tonalidades azules, rojas, amarillas, naranjas en el cielo del mundo. Vórtices de fabulosa coloración anuncian la llegada del apocalipsis que desde acá nos da una tan bella como horrorífica imagen de la autodestrucción humana.
En mi memoria solo hay destellos y la desolación. Recuerdos de la vida terrestre. Mi familia y amigos, ahora tal vez sólo son cenizas. Desde acá se pueden observar  los continentes y nos dejan intranquilos al ver cómo lugares que de noche se iluminaban, ahora sólo forman grandes columnas de humo, como si se tratara de cientos de pequeños volcanes en proceso de erupción.
Alguien apretó un botón por error.
Cuando yo creí que iba a pasar, el ser feliz, pensé en tocar el piano, en creer que soñar era vivir, luego…
Hice una pausa, abrí una puerta, y hubo un dónde, parar, escuché el cielo, decidí y el silencio estuvo, más allá de lo que podía sostener... luego vino el mar… vi la alegría, vi que todo estaba bien, era Navidad, otra ocasión como para no perdernos…
¿La felicidad es reír? ¿La felicidad es sonreír? ¿Qué es la felicidad si no pueden sostener mis rodillas la motivación?...

sábado, enero 05, 2013

La noche es un café a medio tomar,
la mirada clavada en él es el sueño,
amanecer es el primer eco que deja el silencio.

La palabra Despertar es.